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Mis aventuras locas por Berlin en Halloween. El Leñador Hot, el enigma sin resolver, la multa que nunca llegará y mi amigo UNIKAT.

Voy a conseguir mantener tu atención hasta el final. 

Empiezo.
"Tengo 5 días libres la semana que viene. ¿Qué hago? Vale recuerdo que Luna lo tiene escrito en su calendario. Voy a comentarle que igual vengo a Berlin."Al dia siguiente me responde diciendo que hay una fiesta de Halloween el sábado. No se hable mas.Era viernes. Aun no había comprado nada. Me fui a cortar el pelo por la tarde. Ya tocaba. No por ir facherito, que también. Aprovechando que estaba fuera, fui a dar un paseo por el centro y mirar cosas de Halloween en un par de tiendas. No había nada que me convenciera. Además, era todo super cutre. Yo había pensado en ir de Joker. Pero recordé que mi disfraz estaba en España. Asi que volví a casa sin nada. Pero tuve una idea brillante al darme cuenta que tenia una camisa de cuadros rojos en el armario. Ideal. Además de unos tejanos que combinaban muy bien. Decidido. Iré de leñador asesino.Al dia siguiente me subí al Flix Bus. Como siempre apurando al maximo y a falta de 5 minutos, llegué. De camino me dormí. Con la chaqueta puesta y todo. Sí sí. Hacia un frío como si dentro del autobús el aire estuviera encendido. Efectivamente. El aire condicionado al máximo. Pues con la nariz helada y rezando para no coger una buena gripe, llegué por fin a Berlin.Quise ir a Alexanderplatz ya que ahí habia un centro comercial en el cual habría una tienda de disfraces fijo. Entre medias, tenia que hacer un transbordo en la Puerta de Brandeburgo. En vez de seguir mi camino, me paré enfrente de la misma a contemplar lo bonita que era con la luz del atardecer. Qué colores tan bellos. Quería una foto donde saliera yo con la Puerta detrás. Tengo miles de fotos de la propia Puerta, pero yo no salgo en ninguna. En ese momento se me acerca un chico. Me pide que le haga una foto. Aproveché y le pedí que me hiciera él a mí una. Ya tenía la foto que quería.

Seguí mi camino hacia Alexanderplatz. Llegué al centro comercial. Di vueltas sin éxito. No encontré nada. Ni una tienda con cositas de Halloween. Por otro lado, tenía mucha hambre. Así que me pedí un par de pizzas en el Pomodoro. Me las comí en un abrir y cerrar de ojos. Con el estómago lleno tocaba volver al objetivo. Busqué en Google 'tienda de disfraces cerca de mí'. Encontré una que estaba a 10' andando. Fui para allá. De camino, me paré en el Dunkin Donuts. Compré una caja de 6 Donuts ambientados de Halloween para no ir con las manos vacías a la fiesta. Un detallito. Finalmente llegué a la supuesta tienda. Entré. Bajé unas escaleras. Era una bolera. Volví a subir. Subí aún más porqué había otra señal que indicaba que la tienda estaba hacia arriba. Ahora sí. Una tienda gigante exclusiva de disfraces, maquillaje y complementos de Halloweeen. Había de todo literalmente. Que pasada de tienda. Ahí compré lo que me faltaba para completar mi disfraz de Leñador Asesino Hot. Una hacha, un sombrero marrón y finalmente sangre falsa para untarme por la cara y los brazos. Perfecto. Ya lo tenía todo. Bueno todo no.Avisé a Luna que ya iba para allá. Llegando a su casa pensé el tema de la bebida. No me apetecía beber vino y cerveza como hacen los alemanes. Fui a un supermercado. Compré un Ron Habana Añejo que de sabor no estaría mal. Se lo pedí al empleado. Una particularidad que tienen en Berlin es que en todos los supermercados los dependientes y cajeros parecen raveros. El chico ravero me dijo que me la dejaba en caja. Desatendiendo a sus palabras y quizás por que me quedé perplejo contemplando el estilo tan caracteristico de los empleados, hice la cola y pagué sólo la Coca Cola. Ya que hielos no había. Salí por la puerta del Supermercado. Caí en cuenta de que me habia dejado el Ron. Volví a entrar. Volví a hacer la cola. Esta vez en otra caja para que el chico que me acababa de atender no pensara que soy medio gilipollas. Que lo soy entero. Pero no queria que me lo notara tan rápido. La compré y me fui.Por fin llegué a la esquina de casa de Luna. Justo delante habia un Späti (licorería) con la musica a tope de volumen. Entré. Un techno del bueno. Se lo hice saber al dependiente. Se rió. En verdad sabia que conocía a Luna pero no se lo dije porque la musica estaba muy alta. Fui al grano. Le pedí hielos. Me dijo que no tenia. Salí por la puerta con la esperanza de que Luna tuviera.Por sorpresa mia, me recibió ella y un amigo suyo. Iba disfrazado curiosamente de ravero. Yo pensaba que esa era la ropa que se pone todos los días. Habia otra amiga en el baño planchandose el pelo que me saludó en español. Ella iba de algo que no me acuerdo porque me lo explicó en aleman y entendendí algo muy raro. Tampoco se lo pregunté dos veces. Me fui al comedor. Enseguida me di cuenta que Luna no se encontraba bien. Estirada en el sofá sin moverse con señales claras de dolor en la barriga. Intuí que no había pasado una buena noche, sin duda. La cosa no mejoraba. Me fui a su habitación. Me disfracé. Bueno me puse el sombrero, la camisa y el hacha. Fui a la cocina y le preparé un té. Nos sentamos todos. Charlamos. Les anuncié que había traído Ron. Cubatas para todos. Con hielo. Por suerte tenia en el congelador. Incluso le preparé uno a Luna. Se acabó el té. Se recuperó. Volvió de si. Es indestructible. Seguimos bebiendo, charlando y haciendonos fotitos en la habitación. 


En un momento dado, vino un chico al piso con un perrito muy mono. Pero a los 5 minutos se fue. Un tanto raro. Volví a la cocina y entendí todo al ver un par de chivatos encima de la encimera. Eran los medicamentos para Luna. Era enfermero el chico. Todo bien. Eran unas pastillas contra el dolor de barriga. De color rosa. Porque son las que curan esa zona. Al lado habia otras de color blanco. Esas son las que curan el dolor de cabeza. Ya sabéis. Para la resaca del día siguiente. Ais, estos médicos... van un paso por delante siempre.Decidimos que ya era hora de irnos. Lo teníamos todo. Antes, pero, nos untamos con la sangre falsa que habia traído. Que maravilla. Ahora sí que estabamos preparados. Entramos en el Uber. Al chico no le importó que entrara con el cigarrillo en una mano y el hacha en la otra. Iba de copiloto. Tuve problemas para ponerme el cinturón. El conductor, muy amablemente, me cogió el hacha para ayudarme con la mala suerte que le manché toda la mano de sangre. Enseguida le di una servilleta. Menudas risas. Tendría que haberme sujetado el cigarrillo. Finalmente llegamos a nuestro destino y nos despedimos de él.Picamos el timbre de la puerta. Subimos. Nos abrió un chico con una herida de bala en la cabeza. Le saludé a él y a su pareja. La cual iba sin disfrazar. Aunque daba un poco de miedo con esos ojos tan abiertos. Me preguntó de donde era. Al decirle que provenía de Barcelona, automáticamente salió a buscar una chica a la que le dijo que hablara conmigo ya que tendríamos cosas en común. Era una chica rubia con ojos azules la mar de mona. Pues resulta que era nacida en Rumania. Igual que yo, claro. Había vivido en Alfarràs (Lleida) durante veinte años. Con lo cual sabia hablar Catalán. Ahora sí. Se llamaba Catalina. Lo llevaba incluso en su nombre. Qué sorpresa tan grata. Me quedé hablando con ella, evidentemente. Abarcamos incluso la atención de bastante gente que se iba uniendo a nuestra conversación. Debido a la intensidad. Incluido su marido, que estaba en la fiesta. Estaban casados. ¿Dónde se casaron? En Bellvís. Igual que mi primo. Era una coincidencia tras otra. Al cabo de una hora o más, me fui al comedor a saludar a la otra gente que estaba desperdigada por ahi. Entré en el baño. Vi una bañera llena de sangre. 


Se lo habían currado. El ron se había terminado. A cambio, me dieron un papel sobre el cual había un enigma escrito a resolver. Sudé completamente del enigma y seguí charlando con la gente. Pasé a beber cerveza. El ritmo de la noche iba subiendo. Descubrí que el amigo de Luna quería tema conmigo. Lo deduje ya que me fui con él abajo a fumarnos un cigarrito y me besó. Con lengua y todo. Le dije que eso no se levantaba a menos que viniera Catalina. Subimos arriba. Seguí dando show. Cogí a Catalina por banda. Le comenté la lastima que me daba que tuviera pareja. Me dijo que desde hacia tres semanas había abierto la relación con su marido. Se me abrieron los ojos. Le sugerí lo que le podría hacer si estuviéramos solos. Se puso mas caliente que una mona pero vino su marido y nos fuimos a fumar otro cigarrito abajo.


Volvimos a subir. Entré en una habitación y estaba Luna y su amiga sobando. 


Joder. Intenté despertarla. Se levantó. Lo siguiente que recuerdo es entrar en el Uber con Luna y volvernos para casa. Justo antes de entrar en el coche se me resbaló una cerveza que estaba sujetando con el antebrazo y se reventó contra el suelo accidentalmente.Llegamos a casa de Luna. Me quité la chaqueta, así como también la camisa y los pantalones. Me puse cómodo para disponerme a dormir en el sofá. Lo siguiente que recuerdo es despertarme al día siguiente en bolas en la cama de Luna sin entender muy bien lo que había sucedido. Estaba sólo. Había sangre en la pared. Resolver vosotros el enigma. 

Me fui a la cocina. Estaba preparando Luna la comida. Parecía como si nada hubiera ocurrido. Los dos tan normales comiendo y comentando entre risas la noche anterior. Respiré medio tranquilo.Al terminar de comer nos fuimos a la calle. Entramos en el Mauerpark ya que los domingos hay ambiente. Ya te digo si lo hay. Nos encontramos de repente metidos en una rave. Cervecita, cigarrito y a funcionar otra vez. Perdón. A marearse. Porque otra cosa no. Me pegó un bajón de azúcar que me quedé tieso. Nos tuvimos que ir a comprar algo dulce. Una crêpe de chocolate. Nos fuimos del parque a pasear por otro lugar. Pero enseguida le dije que quería volver a casa ya que me sentía un poco raro. Le propuse ver una peli o algo así chill. Volvimos a casa. Nos estiramos en la cama. Esta vez caí redondo durante dos horas. Luego me desperté. Vestido. Me comí una pizza con ella mientras miramos 'La novia cadáver' en inglés. Me quedé toda la noche en el comedor mirando pelis. Apenas dormí
Al día siguiente me fui a hacer turismo al saber que Luna trabajaba. Con la tripa vacía me fui a un museo. No lo hagáis. Es imposible concentrarse. Salí. Me fui a mi querido Mustafa (el mejor kebab del mundo). De camino en el metro me encontré con revisores. Primera vez en toda la historia que me topo con ellos en lo que llevo viniendo a Berlín. Pues nada, me preguntaron por el billete. Yo no tenia. Le pregunté cuanto costaba. Me dijo 60€. Le dije que eso no creía que fuera el precio de un billete sencillo, sino el de la multa que me iba a poner. Efectivamente. Le expliqué que era nuevo en la ciudad. Que no tenia ni idea de cómo funcionaba. Le comenté que en Barcelona iba diferente. Me dijo que le enseñara mi DNI para corroborar esa información. No se creía que fuera español. Me creyó al enseñárselo. Me hizo comprarme un billete. Nunca lo piqué. Se quedará guardado para la próxima vez. Ahí me di cuenta de que la T-Cuelas ya no funcionaba tan bien como antes. Me salvé de una buena multa.Llegué al Mustafa hambriento. Pero hambriento de que me comía lo que fuese. Sin embargo, aguanté la tentación de comprarme cualquier mierda por el camino para poder así llevarme a la boca solamente esa delicia. Lo que sí que me comí primero es una cola de media hora larga. Pero me puse a leer tranquilamente para matar el tiempo. Finalmente me tocó a mi. Me llevé ese kebab conmigo. Y en la primera piedra que vi me senté a devorarlo. Qué sensación. Cada mordisco era mejor que el anterior. Cuando terminé me dirigí al Curry36 a por un par de Currywurst con patatas fritas. Me pegué un buen homenaje.

Pues con el estomago llenito me puse a andar sin destino preestablecido. Simplemente a fluir paseando. Así llegué a un parque bien bonito llamado Park am Gleisdreieck. Me pasé dos horas sentado respirando y contemplando la vida del parque, observando unos viejos jugando a la petanca de forma muy pro, leyendo y haciendo una videollamada con el Algarra explicandole las movidas. 


Cuando iba cayendo el sol, Luna me avisó que habia terminado y estaba al lado de su casa. Me fui para allá con un 3% de bateria. De camino me compré un par de gofres que estaban buenísimos. Uno para mi y otro para ella. Nos encontramos finalmente. Nos fuimos al Späti de delante de su casa a por algo de beber ya que repetiamos plan de peli. Al entrar, esta vez sí, Luna nos presentó con Kassem. Él es el trabajador del Späti. Nos preguntó si nos quedabamos a tomar algo. Nos invitaba a una bebida. Pues venga. Nos sentamos fuera los tres a charlar. Enseguida me di cuenta de que este chico tenia algo especial. Era una persona diferente. Tenia una buena vibra y se respiraba una bondad y honradez en él que me asombró. Luna subió a casa para darse un baño pero yo me quedé hablando con él. Me parecía una bellisima persona. Hablaba con todo el mundo que pasaba a su alrededor. Saludandolos a todos. Después de contarnos nuestras vidas, lo vi claro. Le propuse que un dia grabaremos un Podcast en mi canal. En su Späti. Quedaria de locos fijo. Le pregunté si podía darme su Instagram, cosa que no acostumbro a preguntar nunca a la gente. Se llamaba ElCapitano en su perfil. Mas puto amo no podía ser. Le seguí. Justo en ese momento se me apagó la bateria. Ningún problema. Me cargó el movil dentro. En esas vino el jefe del Späti a cambiarle el turno y nos quedamos los tres charlando tranquilamente. El problema vino cuando encendí el movil. No me acordaba del PIN de la SIM. No podia acceder al sistema. Joder. Que risas cayeron. Me despedí de ellos.

Me fui a casa de Luna deduciendo que había terminado su baño. Ya que me tiré como una hora más ahí del chill hablando. Me la encontré en el comedor ordenando papeles. Había un montón. Eran para quemar, me dijo. Los destripamos todos y empezamos a tirarlos por todo el comedor como si fuéramos ricos y los papeles fueran dinero. Encima puso música para hacerlo mas épico. Después de eso, pusimos Netflix. Menudos capitulazos los de la sexta temporada de Black Mirror. Muy recomendables. Finalmente caí redondo en el sofá.



Último día por Berlín.

Después de dormir 10 horas mas a gusto que un arbusto, me levanté. Intenté averiguar el PIN. Fallé los 3 intentos. Me salía el PUK. La retiré. Total, tengo dos SIMs. Tiré de la española. La cual recordaba perfectamente el PIN. 

Una vez solucionado, quedé con Luna para comer. Uf, a menudo Ramen bueno me llevó. Estaba increíble. El mejor que había probado hasta la fecha. Luego, la acompañé a una cita que tenia con una clienta. Descubrí, a la misma vez, cuales eran unas de las dos calles mas caras de Berlín. 


Eran las 15 pm aún. Me quedaban dos horitas antes de irme de vuelta con el Flix Bus a Leipzig. Pues indudablemente volví a ese Späti a saludar a mi querido Kassem. Qué contento se puso al verme. Le pedí las llaves de casa de Luna ya que las guardaba él. Subí a por mis cosas. Vi el hacha. Me reí. La dejé en su casa. Vi el sombrero. Me lo puse. Baje las escaleras. Crucé la calle para volver al Späti. Entré. A Kassem le pareció gustar el sombrero. Así que se lo regalé. Estaba muy agradecido. Me quiso invitar a una cerveza pero se la quise pagar. Nos quedamos esa hora y pico hablando y le recordé lo que me gusta estar así con alguien en un rincón de una ciudad random. Es lo que más me gustaba hacer con mis amigos cuando viajábamos por Europa a cualquier ciudad. De hecho, os voy a contar algo increíble que nos pasó.

Estábamos charlando sobre Berlín. Le comentaba lo bien que me sentía en ella simplemente estando aquí y las anécdotas que me habían pasado. Terminé diciéndole que me parecía una ciudad única. El problema era que no sabia como se decía única en alemán. Pues bien me dijo que se decía unikat. Lo que pasó a continuación fue de locos. Me puso en Google la palabra para que yo mismo viera como se escribía. Hasta aquí bien. Lo impresionante fue que al cabo de literalmente 10 segundos, pasó una furgoneta blanca por delante del Späti donde se podía leer claramente en letras enormes el nombre de la empresa a la que pertenecía. UNIKAT. Me levanté de golpe y le señalé lo que estaba viendo. Empezamos a flipar entre nosotros en colores. ¿Por qué cojones estaba pasando eso? Brutal. Esas cosas no suelen pasar. Hermoso. Manifestamos esa jodida palabra y el universo nos la puso delante en forma de furgoneta de reparto con el nombre de la empresa que justo se llamaba como el nombre de la palabra a la que me estaba refiriendo al hablar de Berlín en ese preciso instante. Simplemente Berlín. UNIKAT. Sin sentido mi gente.

Bonita manera de despedir a mi segundo hogar. Pero la cosa aun no termina aquí. De repente me doy cuenta de que me tengo que ir a por el Flix Bus. Tenía media hora hacia la estación. Me acompaña Luna a la parada del tranvía. Al cabo de dos paradas miro el móvil. Veo que me entra una llamada. Era Luna. Que raro. ¿Qué querrá? Pues resulta que tenia sus llaves de casa. Efectivamente me las había guardado en el bolsillo derecho del pantalón tejano. Me olvidé de devolvérselas. Pues ya me veis saliendo pitando del tranvía. Bajándome en la estación que estaba. Me esperé dos o tres minutos ya que Luna venía con el tranvía de después hacia donde yo me encontraba. Nos volvimos a ver. Le devolví las llaves. Me subí al tranvía. Luego al tren que me llevaba a la estación de autobuses. El tiempo corría. Estaba lloviendo. Llegué a falta de dos minutos para que viniera el Bus. Finalmente lo conseguí. Me subí al Flix Bus. Pude volver sano y salvo a Leipzig bajo las lágrimas cayendo del cielo.

Tranquilo Berlín, no llores. Pronto volveré. He captado el mensaje. Tengo que ir mas a menudo. Te prometo que te vendré a visitar todos los meses. Porque así debería ser nuestra relación. Regándose a menudo. Sino se muere. Como las plantas. En fin, te dejo en muy buenas manos. Volveré más fuerte.
Y a ti, gracias por leerme hasta aquí.Un beso.Te quiero mucho,Roy.

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