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Viajar solo mola mucho. Mi experiencia solitaria en Hamburgo.

¿Qué por qué viajar solo mola mucho? Quedaros hasta el final. 



Me fui a Hamburgo yo solo. Me habían hablado muy bien de esta ciudad. Sinceramente no tenía ni idea de lo que iba a hacer al llegar a ahí, pero sabía lo que buscaba: Conocer gente. Y a ver qué surge. 

Me subí al Flix Train el lunes a las 8 am después de no haber dormido más de una hora la noche anterior. Me dolía la barriga. Cené como si me fuera la vida en ello y me sentó como el culo. Literalmente estuve la noche en vela. Del viaje en tren recuerdo que necesitaba aprovechar el trayecto de casi 3 horas para dormir algo, pero había una luz muy potente en el techo que me molestaba cantidad. Cerraba los ojos pero penetraba demasiado y era imposible. Me puse la sudadera en la cabeza. Me iba despertando por los cabezazos que pegaba al asiento de adelante. Terminé sin cuello.

Al llegar a la estación central de Hamburgo reservé un FreeTour para las 11:15h y faltaban 10 minutos para que diera comienzo. La opción del FreeTour os la recomiendo al 200% cuando es la primera vez que visitáis una ciudad Europea. Primero, porque os haréis una idea de la historia que tiene detrás y de los monumentos más emblemáticos que podéis visitar; segundo, porque los guías siempre son geniales y muy buenos aparte que os orientaran en temas de ocio y os darán un montón de consejos útiles de cualquier cosa que os resulte de interés; y tercero, porque en el mismo FreeTour os reuniréis con españoles y conoceréis gente más fácilmente. Y así fue. En mi caso tuve mucha suerte porque a pesar de que fuera Lunes, éramos diez. Al principio del Tour normalmente el guía hace que todo el mundo se presente y diga de dónde viene. Para romper el hielo, vaya. Pues de los diez,  había dos chicas que vivían en Leipzig (Sandra y Carmen), Irene de Esplugues de Llobregat y una pareja de Manresa. Sandra conocía a colegas míos de DHL. Lo más fuerte fue que Irene había estudiado en el mismo Instituto que yo y que nuestras madres se conocían. Días más tarde me mandó una foto de las dos juntas disfrazadas de Papa Noel en Carnaval. No sé, nada tenía sentido. Cuantas coincidencias en un momento. Me hice muy amigo también de un chico de origen peruano que vivía en Francia. Guillermo. Quedaros con este nombre porque literalmente es el puto amo.

No os voy a contar la historia de Hamburgo porque mi Blog no va de eso y aparte la podéis buscar en Wiquipédia, pero os contaré un dato que me dejó anonadado. Hamburgo tiene cerca de 2 millones de habitantes, de los cuales 42 mil son millonarios y, de esos 42 mil, 12 mil son Billonarios. Es la ciudad con mayor renta per cápita de toda Alemania. Eso se debe a que antiguamente… (Venga déjate de royos y sigue contando).




Después del primer FreeTour, mi mente ya estaba puesta en pegar un braguetazo con una billonaria o Sugar Mami. Mientras eso no ocurría y seguía soñando despierto, nos fuimos con Guillermo e Irene a visitar la Filarmónica; un monumento que es una pasada de bonito. Su valor asciende a casi 800 millones de euros. Una obra de la arquitectura. Irene nos hizo de guía, ya que ella vivía en Hamburgo y estaba estudiando para ser guía turística. Nos despedimos de ella. Nos quedamos Guillermo y yo. En ese momento decidimos dar un paseo por Hamburgo y hacer tiempo para ir a otro FreeTour que empezaba a las 14:45h cerca de dónde estábamos. En esa ventana de tiempo congeniamos muy bien los dos y conversamos sobre nuestras vidas. Llegó el momento del segundo FreeTour y ahí el número de personas era de 8. Entre ellas, conocimos a unos estudiantes que vivían en un pueblo de Francia los cuales estaban de Erasmus. Ellos son Andrés, Víctor y María. Estaban de paso por Hamburgo ya que habían llegado de Berlín hace nada y a la madrugada se iban en Flix Bus hacia Amsterdam. Una visita exprés. Pues la visita fue corta pero intensa.

Hicimos buenas migas con ellos durante el Tour. Al terminar este, decidimos ir a dar una vuelta por Hamburgo para tomar algo. La verdad que no teníamos ningún rumbo fijo, simplemente íbamos de un lado a otro entrando en alguna iglesia. Al final decidimos irnos al barrio de Sant Pauli, un barrio conocido por su famosa calle Repeerbahn. Es uno de los barrios rojos más famosos de Europa y el centro de la vida nocturna de Hamburgo. Pasamos por la calle y veías muchos Pokemons y bares de striptease con muchas luces, sobre todo. En una tienda, aproveché para preguntar por un bar para tomar algo. El chico del mostrador fue muy amable y me escribió en un papel el nombre. Goldfishglas. Al salir, nos íbamos a ir para allí pero vi un bar que tenía buena pinta así que nos paramos a tomar una cerveza. La idea era sentarnos y conocernos más entre todos. Fue un poco difuso porque el bar estaba decorado con cuadros de dibujos sexuales y ambientado casi como si fuese un cabaret. Con las cortinas en la entrada y el color rojo pasión predominaba en ese bar. Nosotros nos dejamos llevar por el ambiente, que se extrapoló en nuestras conversaciones. Se puso interesante la cosa, entre cerveza y cerveza. Les conté de las mías.

Con el hocico ya caliente, llegamos al bar finalmente. En ese bar las conversaciones se subieron ya de tono y la buena vibra ya se terminó de consolidar en el grupo. Un grupo que se acaba de conocer hacía unas horas pero que parecía que nos conociéramos de hace meses.  Andrés y Víctor eran dos andaluces cojonudos, y María una chica de Madrid la cual también era muy divertida. De hecho, se acabó quedando mi sudadera. Le dije que era mi favorita. A ella le gustaba así que se la di. La realidad es que ella quería una excusa para volver a vernos. Un bonito recuerdo, sin duda. Pero no fue el único.




Terminamos cerrando el bar y volviendo andando casi 1 hora hacia el Hostel donde estaban ellos. Literalmente eran las 3 de la mañana y tenían que coger el bus a las 3:50 am hacia Amsterdam. La verdad que era una pena que se fuesen después de habérnoslo pasado tan bien los cinco. Es más, imaginaros hasta qué nivel de gozada llegamos que nos dijeron que fuéramos con ellos. Que les acompañáramos a Amsterdam. Sólo por eso ya mereció la pena viajar a Hamburgo. No podía pedir más. Conocer gente y conectar tan guay, no entraba en mis planes. Aun menos plantearme irme a Amsterdam. De hecho, hasta cuando les acompañamos al Flix Bus me lo estuve pensando. Si me colaba en el bus me iba con ellos de cabeza. Pero no pudo ser, el conductor me pilló y no me dejó pasar. Se quedó en una anécdota. No tenía que ser. Pero aun así para ser el primer día en Hamburgo, no podía pedir más.



Nos fuimos yo y Guillermo a casa a dormir. Por cierto, no pillé ningún hostal ni nada en Hamburgo. Guillermo me acogió en casa de su prima la cual estaba de vacaciones y le había dejado la habitación. Una locura. No pagué alojamiento ninguna noche.



Al día siguiente por la tarde, nos fuimos a un bar de intercambio de idiomas a conocer a más gente con los cuales nos fuimos a cenar comida típica Alemana. 





No nos fuimos de fiesta ni nada pero acabamos Guillermo y yo en la habitación charlando horas sobre temas profundos y filosofando sobre la vida. Echaba de menos tener conversaciones así con alguien.

A la mañana siguiente nos fuimos él y yo a visitar un campo de concentración a las afueras de Hamburgo. Hacía un día precioso, lo que pasa que el ambiente era un poco gris al imaginarte lo que tuvieron que vivir toda esa gente durante la 2ª Guerra Mundial. Escalofriante, y eso que no era un campo de exterminio. Des de luego lo recomiendo. Después de 52 horas con Guillermo tocaban las despedidas. Nos hicimos una foto de recuerdo ya que la verdad le estaré siempre agradecido por haberle conocido y haber compartido mi estancia literalmente todo el rato junto a él. Nos volveremos a ver seguro. Tiene casa en Leipzig y el cielo ganado.



Yo por mi parte, volví a Hamburgo para coger el Flix Bus ya que me esperaban 7 horas de viaje. La sorpresa llegó cuando al llegar a la estación de autobuses el Flix Bus ya había pasado antes de tiempo y me quedé con el moco. Lo perdí, de nuevo. Rellené el formulario para que me devolvieran el dinero. Des de luego que yo y los Flix Buses tenemos cero compatibilidad. Con quien soy la mar de compatible es con los ICE’s. Me salvan la vida. Miré cómo ir a Leipzig y pasaba un tren exprés (ICE) en 20 mins que tardaba casi 4 horas en llegar. El precio como no, desorbitado. Más de 100€. Pues, ¿sabéis que hice? Me subí en el tren y no, esta vez no me escondí en el lavabo porque me advirtieron que aquí se controlaba mucho más este tema. Así que simplemente me senté en un asiento como si fuera un pasajero más y esperé a que viniera el revisor. Me puse a leer mi libro aparentemente tranquilo, pero a la vez si os soy sincero estaba con bastante tensión por dentro. El tren arrancó. Al cabo de más de media hora, escuché por detrás de mí la voz del revisor pidiendo los billetes. En ese momento, volteé la cabeza y vi que estaba a punto de llegar a mi asiento. Cerré mi libro, lo guardé en la mochila y me levanté tranquilamente. Me fui al lavabo sin hacer movimientos bruscos. Hice lo que tenía que hacer. Me tiré nada, 10 minutos como mucho en el lavabo. Respiré hondo, expiré y salí de lavabo con la idea de encontrarme al revisor fuera esperándome. Cuando abrí la puerta no había nadie. Giré la cabeza hacia el pasillo donde me encontraba y nada. Miré hacia el otro lado. Ahí estaba el revisor. Había pasado de largo. Regresé a mi asiento tan normal y seguí leyendo. Al cabo de 2 horas llegamos a Berlín. La cosa no termina aquí. Yo seguía en mi asiento con los demás pasajeros, algo más tranquilo. Pero de repente aparece otro revisor diferente. Esta vez por delante. La excusa de levantarme ya no funcionaba porque tenía que pasar justo por delante de él. Así que me quedé sentado. El revisor se estaba acercando cada vez más. El corazón me latía más rápido. Disimulaba leyendo. El revisor le pidió el billete a los de mi lado. Yo seguí leyendo sin aliento. Y... El revisor pasó de largo. No me pidió el billete inexplicablemente. Se lo pidió a todos menos a mí. No estaba entendiendo nada. Quizás se pensó que ya me lo habían pedido antes. Al final llegué a Leipzig. Gratis. Otra vez. Esta vez utilizando una técnica nueva. La de la capa de Harry. Llevar siempre una con vosotros. Nunca se sabe.

Y hasta aquí mi aventura en solitario por Hamburgo. Desde luego con la adrenalina a tope. 

¿Qué por qué viajé solo? La pregunta debería ser ¿Por qué no has viajado solo aún, compañero? ¡Te animo a probarlo!

Viajar solo mola muchísimo. Te obligas a valerte por ti mismo, a salir de tu zona de confort y gracias a eso ganas mucha confianza en ti. Aparte, te vacías las malas piedras que arrastras en tu “mochila de vida” y haces hueco para llenarla de experiencias gratificantes, que son las que acabarás contando el día de mañana.

Y una frase para terminar,

“Las personas desconocidas son simplemente amigos que no has conocido aún.”

Un saludo Hamburguesas.

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