Un día para recordar. Mi primer fin de semana viviendo en Alemania y ya me fui a Berlín. Recuerdo que me fui con la ropa del curro, dos mochilas y sin saber muy bien dónde iba a dormir ese mismo viernes. No había tiempo que perder, estaba de formación la primera semana en mi nuevo trabajo, muy lejos de donde me hospedaba así que le pedí al mismo formador que, ya que iba a Berlín, si me podía traer y le pagaba algo aunque sea. El tío fue súper amable conmigo y me soltó una frase tal que así: “No te preocupes, no hace falta que me des nada. Te llevo sin problema. Sabes? Yo siempre parto de la base que en la vida siempre nos cruzamos dos veces.” El “Hoy por ti, mañana por mí”, pero mucho mejor. Fue una frase que se me quedó grabada. Todo un mantra.
Rondaban las 16h y de camino a Berlín, por la famosa
“autobahn” a 200 km/h, le iba escribiendo a un par de amigos para ver si podía
dormir en su casa hoy. Una me dijo que en su casa no porque dormía con su
pareja esa noche, aunque tenía una amiga en casa de la cual podía quedarme sin
problema. El problema era que hasta las 19h no llegaba de trabajar y yo sobre
las 17.30h ya estaba en Berlín. Noviembre, Berlín, a -5 grados, fuera en la calle,
pues no era la mejor opción pasarse casi 2 horas crio congelado. Por suerte, el otro
amigo, el cual estaba trabajando de repartidor, se escapaba para
abrirme la puerta de su piso y al menos podría ducharme y cambiarme hasta las
19h que no venía la otra. Perfecto. Qué pasa? Aquí viene lo épico de verdad. No
sé si sabéis pero Berlín es jodidamente enorme. Para que os hagáis una idea
Madrid tiene 604,3 km2 y Berlín tiene casi 891,8 km2. Me mandaron la ubicación
de sus respectivos pisos, el que me tenía que ir a duchar y al que tenía que ir
luego para que la chica me diera la llave de su piso a las 19h. Teniendo en
cuenta que los dos amigos no se conocen de nada y pueden vivir perfectamente a
kilómetros de distancia, sabéis a cuanta distancia estaban entre ellos? A 2
minutos andando. Literalmente eran unos 20/25 metros de una ubicación a la
otra. Nada tenía sentido. Qué suerte tuve, dios mío.
El resto de lo que quedaba de día fue algo más normal, quedando con mi amiga, de risas, visitando el centro de Berlín en Scooter y luego tomando unas copichuelas en un bar con sus amigos. Era la primera vez que me juntaba con alemanes, no entendía absolutamente ni una palabra de la conversación. No pillaba ni las moscas. Me pedí unos cubatas, algo mejor. Dormí en el piso de su amiga a la cual le tuve que cuidar su precioso gatito y todo perfecto. A la mañana siguiente me pegué un susto de muerte ya que abrí los ojos y tenía el gato en mi cabeza. Recogí mis cosas y me fui del piso.
Al medio día, por fin quedé con mi amigo por el cual había venido a Berlin, lo que vive en la afueras en un pueblo llamado Schulzendorf a tomar por culo a la izquierda. Así que quedamos en el centro de Berlin y fuimos a tomar unas cervecitas. Por la tarde, nos fuimos a ver el Barça – Espanyol en un bar donde él me dijo que había una Peña Barcelonista y habría ambiente. Allí conocimos a dos chicos catalanes, lo cuales eran unos cracks. Nos partimos la caja con ellos, cantando cánticos, bebiendo cerveza e insultando a Peter Parker. Hicimos buenas migas con ellos y nos invitaron a salir de fiesta con ellos. Iban a un club llamado “Renate”. Yo no tenía ni idea ni mi amigo tampoco de lo que era ese club. Dijimos que igual íbamos. De mientras, nos dimos una vuelta por Berlín con ellos y nos deleitamos con un kebab y unas cervezas. Al final nos liamos. No teníamos internet en el móvil y para pillar las entradas, compartiéndonos internet la gente. Lo conseguimos. Nos compramos dos cervezas más, una para el camino y otra para la cola.
Renate
Estábamos ya en la cola; a todo esto, yo aún cargaba con las dos mochilas que las iba paseando desde por la mañana que salí de la casa de la chica. Aparte, llevaba una cerveza en la mano y el kebab en la otra. Un espectáculo. Mi amigo vio que iba un poco apurado y nos repartimos las mochilas. Conseguimos entrar.
Entramos dentro del recinto del club. Des de fuera daba la impresión que era un edificio medio abandonado sin nada llamativo, sin demasiada vida. Una vez pasabas la cola y entrabas al recinto, la cosa cambiaba totalmente. Al pagar la entrada, pasabas por una zona estrecha y llegabas a una zona que tenía sillas de madera como las de bar típico para tomarte un “brunch” y rodeada por árboles decorados con luces. Era como un “chillout” grandecito y molón. Des de fuera, tenías la perspectiva de la fachada del edificio del club.
Era bastante grande la verdad. A su vez, tenía muchas luces por fuera las cuales iban cambiando y le daban un toque feriante pero a la vez discreto y acogedor. Sólo quedaba entrar en el lugar. Yo primero me fui al guardarropa a dejar las mochilas y la chaqueta, la chica de quedó flipando. Acto seguido, entramos en el club. Entramos por debajo a la derecha, pasamos una cortina de plástico y subimos unas escaleras. Al llegar arriba molaba mucho porque parecía literalmente una casa de película antigua. Con habitaciones de todo tipo, una especie de mazmorra, habitaciones con literas, lavabos y una habitación grande en la cual estaba el Dj pinchando.
Llegabas a la parte de fuera y podías acceder por otra puerta a otra sala. Esa sala sí que era techno duro, la más grande de todas, ancha y oscura. Había una clara diferencia entre la parte de arriba y la de abajo. Me recordaba a una casa encantada la zona de arriba, con habitaciones que daban un poco de mal royo, estrecha y donde podías encontrar más intimidad para bailar a su vez. En cambio la de abajo era la típica sala ancha, oscura también, pero más para desfasar. Eso sí, otra diferencia enorme era el calor que pasabas en la zona de arriba, asfixiante a cierta hora de la noche. No podías estar ni sin camiseta. Por eso la de abajo era la grande, se estaba mejor y desde luego pasabas menos calor. Una recomendación es ir primero a la sala de arriba y luego cuando la gente empieza a sudar y a desprender calor humano, ir a la de abajo y anclarse ahí.
Para concluir, Renate es un muy buen
club de techno, desde luego cautivador por su royo antiguo, tántrico,
“Haunted House”, en la zona de arriba; que a su vez contrasta con la zona de
abajo, la cual es más clara, moderna y sociable. Un pequeño teletransporte. Recomendable
para aquellos que busquen ir a un club de techno con estilo propio y no se
quieran preocupar de si los van a dejar entrar o no. Una apuesta segura que no os va a defraudar.




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