“24 Horas en Berlín dan para mucho” - El cumpleaños de Luna, las chicas del Blablacar, un fantasma del pasado y de vuelta a Leipzig encerrado en un lavabo.
Sinceramente he perdido la cuenta de las veces que he ido a Berlín en lo que llevo viviendo en Alemania. Son tantas que ya no me quedan dedos para contarlas. Llevo veinte creo. Así que ya he gastado todos los dedos. Pero bueno ya sabéis lo que dicen: Año nuevo, vida nueva. Así que borrón y cuenta nueva no? Oh! Vaya, esperar. Las acabo de contar y esta es la veintiuna. Entonces sí que me queda un dedo... Bueno pensándolo mejor vamos a decir que esta fue la primera del año.
Aunque
a mí me falta poco para liarme, esta vez tenía la excusa perfecta para ir. Esa
excusa era que mi gran y maravillosa amiga Luna me había invitado a su fiesta
de cumpleaños. Cumplía años el domingo 29 de Enero pero la fiesta era el sábado
28. Miré mi horario de trabajo de esa semana y tenía libre jueves, viernes y
sábado. El domingo trabajaba pero entraba a las 19h. Sobrado. Así que vamos que
nos vamos.
Esta
vez no me quería ir antes a Berlín porque sabía que si subía el jueves o el
viernes no llegaba al sábado fresco. Aparte, le quería hacer un regalo especial
a Luna y hasta el día de antes no supe qué regalarle. No quería subir con las
manos vacías. En el grupo de Whatsapp sus amigos le querían regalar entre todos
unos altavoces gigantes o un equipo de sonido o algo así poniendo 10 euros cada
uno. Yo pasé. A mí me hacía ilusión regalarle algo más personal. Para mi ella
es una persona especial y yo, no soy un amigo cualquiera. Así que pensé y di
con un regalo que le encantaría. Fui al Rossman, imprimí una foto nuestra y
compré un marco a conjunto. Además, ya que eso no me parecía algo especialmente
original, le escribí en una cartulina un texto bonito en alemán y por si fuera
poco, ya que ella quiere aprender español, se lo puse otra vez detrás pero
traducido. Ahora sí. Le iba a encantar fijo.
El mismo viernes me decanté por la opción de ir en BlaBlaCar. Reservé uno para el sábado a las 10:40h al lado de casa que llegaba sobre las 12h y pico a Berlín. Perfecto. Leí los comentarios del chico y tenía fama de llegar un poco tarde así que me puse la alarma tranquilamente a las 10h. Cuando me levanté sobre las 10:15h, me quise dar una duchita pero me llamó de repente un número privado. Lo cogí. Era el del Blablacar. Se llamaba Landry.
“Hola,
¿dónde estás?” - Landry
“Hola
buenas, pues estoy en casa.”
“Yo
estoy en el punto de encuentro ya. ¿Vienes?”
“Bueno,
en la app pone que sales a las 10:40h.”
“Ya
pero he llegado antes. ¿Cuánto tardas?”
En
ese momento dije, “vale no voy a ducharme, voy a prepararme la mochila y salir
escopetado para allá”.
“Tardo
15 minutos como máximo.”
“Ok.
Hasta ahora.”
Pillé
una bicicleta y me planté en el punto de encuentro en 15 minutos exactos.
Cuando llegué ahí lo saludé y me dijo que me pusiera delante. Cuando entré en
el coche me di cuenta que atrás había dos personas más dentro del vehículo,
pero no me dio tiempo ni si quiera de presentarme ya que el hombre me dijo que
buscara en mi teléfono la gasolinera más cercana. Cuando paramos en la misma,
me giré para atrás ya que me hablaron y ahí me presenté. Eran dos chicas
alemanas, hermanas, de unos 30 años la mar de agradables. Eran de Nuremberg y
por lo visto iban a Berlín porque tenían una fiesta de cumpleaños. ¡Anda! Les
dije que yo también iba a una fiesta de cumpleaños. Me preguntaron si era una
HouseParty o íbamos a ir a un club de Techno. Les dije que en una casa. La suya
por lo visto era en una casa también. En ese momento se rieron y me dijeron “¡Búa!,
¿te imaginas que vamos a la misma fiesta? ¿Por dónde vive tu amiga?”. “Vive al
lado del Mauer Park”, les dije. “¿Cómo? ¡Nuestra fiesta también es en una casa
al lado del Mauer Park!”. “¿¡Wtf!?” Me preguntaron la calle y cuando la
buscamos estaba literalmente a 5 minutos andando la una de la otra. Que locura!
Con lo grande que es Berlín. Cuando llegamos a la estación Central de Berlín
sobre las 12 y media, nos bajamos del coche y estuve hablando con ellas un
ratito. Antes de ir a coger el metro y despedirme de ellas, les dije que si se
aburrían de su fiesta se podían pasar luego por la nuestra. Así que
intercambiamos los números y ahí se quedó la cosa. Nuestros caminos se
separaron, de momento…
Bajé al metro y me dirigí a Alexanderplatz ya que allí había quedado con Luna. Ella, me dijo que estaba haciendo unas compras en un centro comercial cerca. Cuando estaba saliendo de la boca del metro hacia fuera empecé a escuchar Techno. Me quedé flipando. Había una carpa en medio de Alexanderplatz con un dj y gente de la calle bailando. No era algo normal pero bueno, es Berlín. Me acerqué y empecé a hablar con un chico que repartía unas tarjetas. Me soltó un sermón sobre que se reivindicaban a favor de la paz mundial y demás. Muy interesante. Me puse entonces a bailar al lado de un Pókemon que iba como las cabras y ya pues me pedí una cervecita. Al cabo de un rato miré el móvil y tenía 5 llamadas perdidas de Luna y un mensaje de que dónde estaba. Le dije que Berlín me atrapa.
Después
de comer esa pizza tan deliciosa y de echarnos unas risas, nos fuimos a su casa
por fin para limpiarla y preparar todo para la fiesta. Las primeras invitadas
llegaron sobre las 19:30h y tuve que bajar yo personalmente a abrirlas abajo ya
que no funcionaba el pinganillo de arriba para abrir. Les di la bienvenida y acto
seguido, me duché con agua fría en su casa y me cambié de ropa. Una vez
perfumado y la mar de fresco salí del baño y me fui a la cocina con ellas. Ahí
empecé a hablar y tomar chupitos, cócteles caseros muy ricos y cerveza. Los
invitados iban llegando y cuando me quise dar cuenta éramos más de 20 personas
en la casa. Una locura. Charlando con todo el mundo, bailando y lo más
importante conociendo gente nueva en alemán. O sea, estuve hablando sin parar
pasándomelo de puta madre con todo el mundo. Incluso había uno que sabía hablar
un poco de español. Risas. Gente de súper buena onda. Cómo noté la diferencia
con respecto a una fiesta que fui en Mayo del año pasado de todo alemanes en la
que no sabía ni mantener una conversación larga. No era ni de lejos lo mismo.
Esta vez, les entraba yo, me presentaba yo, todo en alemán y sacando temas de
conversación de todo tipo. Cómo cambian cuando les hablas en su idioma. También
cabe recalcar que no es lo mismo los alemanes de Berlín que los de Leipzig pero
aun así no sólo me sentí uno más sino el alma de la fiesta, con el permiso de
Luna.
Se hicieron las 12 de la noche y yo ya iba en un punto que decía que sí a todo. De beber, mal pensados. Le cantamos cumpleaños feliz en alemán creo o en inglés, no me acuerdo. La gente le dio sus regalos, de los cuales tampoco me acuerdo. Llegó el momento de darle el mío. De hecho, fue buenísimo porque ella me dio el que había comprado para mí ya que mi cumpleaños había sido un par de semanas antes. Intercambiamos regalos y lo bueno fue que ella también me escribió un textito muy cuqui, además del regalo. Evidentemente le encantó y nos dimos un abrazo de hermanos.
La fiesta siguió su curso y yo seguía en mi salsa. En todas esas horas no había ni mirado el móvil. Me dio por mirarlo. Sorprendentemente veo que me había escrito la chica del Blablacar hacía rato preguntándome por la ubicación ya que se querían venir a donde estaba yo. Se lo pregunté a Luna primero y ella también estaba en el punto que decía que sí a todo. Así que se vinieron a la casa. De locos. ¡Las chicas del Blablacar, tú! Entre medias vino también de repente una horda de gente random que no sé muy bien de donde salieron pero en el piso igual había unas 30 personas ya. Una locura. La fiesta estaba prendidísima. En esas aparecieron por la puerta las chicas del Blablacar, y ya ves. Show Roy. Les presenté a Luna y acto seguido me apropié de la guapa, le empecé a dar palique, bailar y le di un poquito de vino. Estuvo pletórica la noche. Se fueron en verdad al cabo de una hora pero estuvo bien aprovechada. Me despedí de ellas con un beso de tres. Después me fui a la cocina a hablar con más gente y notaba que me costaba sostenerme tanto de pie como sentado. Aparte estaba algo cansado así que decidí lanzar una bomba de humo en la cocina. Desaparecí y me puse a dormir como un angelito en la cama de Luna. En 3 segundos estaba en el quinto sueño.
Estuve literalmente una hora y poco ahí encerrado con llave como una rata. No pasó absolutamente nada, excepto al final que alguien me picó a la puerta. Ahí me cagué. Me callé como si tuviera un esparadrapo en la boca y no dije nada. Estaba llegando ya a Leipzig. Me preparé un discurso por si acaso el que estaba esperando fuera era el revisor. En esas yo iba siguiendo el tren a través de Google Maps para saber exactamente por dónde iba. Estaba ya a punto de llegar. Entonces me esperé a que el tren se detuviera por completo en la estación de Leipzig y a que las puertas se abrieran. A la que las escucho abrirse salgo del lavabo, veo que no hay nadie, me bajo del tren rápido y sí, lo había conseguido. Respiré hondo. Adrenalina pura.
Y así concluyen
estas 24 horas de aventuras por Berlín. Vendrán muchas más, segurísimo. La
conclusión es que tengo que ir más a Berlín. La consecuencia es que algún día
me diagnosticaran Berlinitis.
Espero que os hayan
gustado mis historias basadas en hechos reales y espero sobretodo haberos
entretenido. Ya sabéis, dejar un comentario y darme feedback que es gratis y siempre se agradece!
Un saludo
Berliners.






Comentaris
Publica un comentari a l'entrada