Y aquí estoy, en el Flix Train de vuelta a Leipzig. Así empecé. Recuerdo el primer fin de semana que estuve en Berlín, me volví a la misma hora de vuelta a Leipzig, con el mismo tren incluso con la misma ropa. Ahora, 6 meses después, exactamente lo mismo con la única diferencia que cuando regrese, mi amigo Doramas ya no estará en Berlín. Se acabó. Hoy pongo fin a una etapa, después de 8 veces yendo a Berlín quedando con mi fiel amigo y demás gente. Han sido muchas aventuras y anécdotas, mucha gente conocida, mucha fiesta, mucho dinero gastado, muchos kebabs comidos, muchas cervezas bebidas, demasiadas; aún así, siento que este fin de semana ha sido el mejor de todos, el mas risas, el que mejor tiempo ha hecho, el mas emocionante. Dicen que lo mejor siempre para el final, en este caso improvisado, sin planear nada, como mejor salen las cosas. Tenia que ser así. Pronto llegaré ya a Leipzig, un poco apenado pero con la cabeza bien alta y orgulloso de mi, porque acabo de cerrar una etapa, pero la fiesta continua y debo seguir preparándome para estar a la altura de las circunstancias y acontecimientos que se me sigan presentando.
Os pongo en situación en dos líneas. Mi compañera de piso me propuso un plan para el fin de semana pero como hacía mal tiempo y bla bla bla al final se rajó y se quedó en Leipzig. Tenía que buscar un plan B. Miré el tiempo que hacía en Berlín. Solaco del compón. Acto seguido. Comprar billete FlixBus. Sí, correcto. Para allá que me voy. La Vieja Confiable amigos...
Recuerdo perfectamente el trayecto des de mi casa hasta la estación de autobuses de Leipzig, la cual está a 3 paradas de Tranvía. Iba mirando a través de la ventana y no paraba de ver Góticos y gente disfrazada de negro. Parecía que se estuviera grabando una película de miedo o algo así y los actores se hubieran escapado del rodaje. Había un concierto de Metal en el centro de la ciudad, estaba petadísimo de gente. Menos mal que me fui. Como siempre, llegué apuradísimo al Bus. Y como siempre también, haciendo un poquito de alemán durante el trayecto.
Llegué
el viernes y mi amigo me dijo que estaba en su Universidad que se habia montado
una fiesta universitaria y para allá que me fui. Era al aire libre. Nada más
llegué, nos pusimos a jugar a un juego alemán de beber con cerezas muy
divertido al aire libre en el parque. No hay mucho que comentar, excepto que si
estas fiestas se montan en España, en 5 minutos tienes a la policía desalojando
la zona.
El sábado fue el día más risas de todos. Por la mañana nos levantamos y fuimos a hacer la compra. Una actividad que a priori es aburrida y monótona pues fue la compra mas divertida de toda mi vida, no podíamos parar de reírnos. Por lo del huevo duro, porque me dio la risa floja, por lo de pedirle a la cajera un ron cola. Mortal. Risoterapia en estado puro. Encima luego volví porque nos olvidamos de comprar carne y yogurt y dejé una lefada digna de los premios del Porno en la calle. Se me derribó el yogurt y explotó en el suelo. Pff aun seguía ahí el domingo, de locos. Después de comer ese delicioso arroz con carne y salsa catalogado ya como "la mítica", nos fuimos de casa ya que habíamos quedado con un amigo y yo luego había quedado con una amiga mía. Tuvimos la idea de ir en coche, más rápido. La putada fue que cuando fuimos a coger el coche, no arrancaba, básicamente la llave no hacia ni contacto. La batería estaba vacía, "kaputt". Joder, que mala suerte, qué inoportuno. Qué hicimos? Pues nos quedamos ahí con el maletero abierto y fui a preguntar a todo el que veía si tenia unas pinzas de contacto para encender el coche. Ahí aprendí como se decía eso en alemán, "Starhilfekabel". Pues eso. Pregunté como a 15 personas, en todos lados, incluso me puse al lado de un semáforo y cuando estaba en rojo iba de uno en uno preguntando como el típico que te pregunta si quieres que te limpie el coche en los semáforos, pues lo mismo. Hasta a un vecino desde el balcón, también me fui a un parking a preguntar a lo que estaban aparcando, nada. Nadie tenia. Increíble. Pues nada, nos fuimos a comprar unas pinzas, en el Aldi, nada; en el Lidl, nada; en el Kaufland, tampoco; No había. Así que lo dejamos por hoy, yo tenia que ir a quedar con mi amiga y ya se estaba haciendo tarde. Quería ver la puesta de sol en el parque donde había quedado con ella, en Mauerpark. Así que me despedí de Doramas, ya que él tenia que hacer cosas de la universidad, y me fui. De camino, me sentía un poco mal porque no habíamos conseguido arreglar lo del coche. Me crucé con un Kaufland y dije venga va voy a mirar si puedo conseguir eso. Pregunté, busqué y lo encontré, por fin. Lo llamé para decirle que lo había encontrado. Se lo compré y regresé a su casa para dárselo porque no veas como pesaba ese artefacto. Misión cumplida. Acto seguido alquilé una bici y me fui al Mauerpark. 20 minutos en bici gozándomelo, disfrutando del paisaje y satisfecho después de haber ayudado a mi amigo. Una vez llegué, quedé con mi amiga. La pobre había estado llorando, pobrecita, me sabia muy mal. Conocí a su compi de piso, muy maja. Estuvimos hablando un buen rato y me fui con mi amiga al Mauerpark. Allí me contó mas sobre ella y la conocí un poco mejor, conectamos un poco mas, tanto que hasta nos dimos unos cuantos besos con la risa jaja. Se encontraba mejor, le dije que se viniera de fiesta con nosotros. Regresamos a casa y estuvimos hablando mucho rato los tres hasta que llegó mi amigo con una amiga suya italiana. Nos fuimos a cenar unas pizzas, nos echamos unas buenas risas y regresamos al piso de mi amiga para vestirnos e irnos de fiesta ni mas ni menos que al Tresor. Pff poco se habla de donde íbamos. No os preocupéis que ara os lo cuento. Fuimos en Uber, fumamos dentro los cinco, sí, el conductor también. Risas. "Rauchen ist verboten" ("Fumar está prohibido") decía, y luego lo veías fumándose un piti en sólo cuatro caladas dentro del coche mientras conducía. Nah de locos.
Llegamos al Tresor, había una cola de cojones, pero era la del Kitkat, el club de al lado. Algún dia iré, desde luego. La del Tresor también era larga, pero nos colamos de todo el mundo y nos apresuramos para terminarnos el ron e entrar dentro. Le hice una foto a la entrada del Tresor, que bonito era. En la entrada nos adelantamos mi amiga y yo y nos detuvo chica de seguridad que nos preguntó si era nuestra primera vez y qué esperábamos encontrarnos ahí dentro. En alemán, claro. Yo no dije mucho, habló mas mi amiga. En fin, nos dejó pasar y esperamos en la puerta a mi colega y su amiga. Mientras tanto, vimos como se llevaban en brazos a una chica que parecía tener una sobredosis al igual que el chico que iba con ella. No habíamos ni entrado y había dos bajas. En ese momento, me asusté un poco. Todo bien. Seguimos.
Entramos dentro del club, tenía un color rojizo bastante “hotty” la verdad, le daba un toque sensual al entrar. Luego nos fuimos a pagar la entrada y había un hombre mayor muy risueño, con pinta de habérselo pasado muy bien de joven, probablemente en el mismo Tresor. Del royo solidario. No te drogues tú, yo ya me drogo por ti y por todos. Un máquina, desde luego. El precio de la entrada eran 20€, muy barato teniendo en cuenta el prestigio del club. Entramos mi amiga y yo y nos recorrimos todo el club de arriba a abajo. Es tradición, primero se hace la vuelta de reconocimiento. Arriba había una sala bastante ancha pero no era muy impresionante, bastante normalita. La de abajo era la buena. Así que bajamos las escaleras. Cruzamos un pasillo largo el cual tenía luces que hacían una iluminación secuencial de flashes hacia atrás transitoria que molaba mucho. Le daba un efecto “psico” al pasillo y ahí al fondo se encontraba la zona de la sala de abajo.
Otro royo. Era lúgubre oscura, con un poco de humo en el ambiente y muy insinuadora. Ahí sabias que se ponía el buen techno oscuro. El club estaba ambientado como si se tratara de una cárcel/fábrica abandonada. Parecía un mapa de zombis del COD. No sé, era la primera vez que estaba en un club de techno y donde realmente sentía que había una conexión entre lo que significa el “dark” techno tan reflejado en el lugar en sí. Todo, los lavabos, la barra, las paredes, cada rincón era imponedor. Mucho respeto hacia el techno, derrochaba mucha calidad en cuanto al trato y el cuidado de los detalles de mantener esa esencia “dark” plasmada en un club. Se respiraba mucha veteranía, muchos años en esto (31 años, para ser exactos). Eso me encantó, desde luego. Toda la gente increíblemente amable, la música, como no, acorde con la calidad del sitio; el dj, detrás de una celda, lo hacía aún más épico todo. Vi mucho respeto y admiración por el techno, repito. Es un lugar único, desde luego. Un museo. Visita obligatoria para todos los amantes del techno que de verdad lo sienten. Repetiré.




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