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WASEN, la Oktoberfest de Stuttgart. Me puse más ciego que en mi comunión.

Bienvenidos a Alcohólicos Anónimos. Un espacio donde podréis expresaros libremente acerca de vuestros problemas desmesurados con el alcohol y demás. Un espacio donde os sentiréis escuchados y sobretodo nadie os prejuzgará. Podréis exponer además vuestros pensamientos, expresar cómo os sentís y sobretodo explicar los progresos o no-progresos que estáis llevando a cabo para poder así también ayudar y ser ayudados por vuestros compañeros aquí presentes. Gracias por vuestra atención, y sin más dilación, empezamos. ¿Quién se atreve a romper el hielo? 

“Hola, sí, aquí detrás, emm bueno mi nombre es Roger (HOLAAAA ROGEEER) Sí, emm bueno yo diría que no tengo problemas con el alcohol pero sí que es verdad que los tengo. No sé, es complicado dejarlo pero a la vez es la mar de fácil ya que siempre digo que lo dejo pero termino consumiéndolo al fin de semana siguiente. Debo decir, que gran parte de la culpa la tiene mi pareja. Ella se llama Berlín. La conocí hace ya aproximadamente un año y siempre digo que no voy a volver a verla, aunque ya van doce veces. Es complicado explicarlo ya que tenemos una relación de amor a distancia; nos queremos mucho, pero no podemos vivir juntos ya que es un poco tóxico, literalmente. Siempre que voy no sé cómo lo hace pero termino bebiendo cantidades desmesuradas de cerveza. Me atrapa. Me intoxica. No puedo estar más de tres días junto a ella. Pero bueno, el caso es que a raíz de querer alejarme de esta relación, os quiero contar lo que pretendía hacer para progresar y salir de esto”:
 

Tomé la decisión de probar otra ciudad, Stuttgart. Sí, me fui con otra, lo siento Berlín. No es nada personal, lo hice por mí. Ahí, Lea, la amiga con la que me fui al Kitkat y la cual vive allí, me dijo que este fin de semana era el último en el que se celebraba el Wasen. Básicamente, es como la feria de Otoño de Stuttgart y, aparte de atracciones y demás hay una carpa enorme. Es por eso que también es conocido como el Festival de la Cerveza de Stuttgart. Es la Oktobertfest de Stuttgart, vaya. Estaba petado de gente. Este año ha acogido a más de tres millones de personas. Es bastante famoso aunque la original y más grande de todas es la de Múnich. Lea, me dijo que sus amigos habían reservado una mesa para nueve dentro de la carpa. Eran ocho así que les faltaba alguien con las mismas ganas de festejar. No pedían experiencia pero sí experiencia con la cerveza. Tenía justamente cuatro días de fiesta así que para allá que me fui. Yo era su hombre. No sé si hice bien tomando esa decisión pero al menos no tomé cerveza. 

Miré cómo ir a Stuttgart. Primero de todo se me ocurrió ir en tren. Caté los horarios y los precios y me costaba 90€ nada más la ida. Eso quería decir que ida y vuelta casi 200€ y dependiendo de los horarios costaba incluso más. “Fúmate otro, bro”, pensé. La otra opción que valoré fue ir en FlixBus pero eran 9h y 30 min de trayecto y costaba 70€ ida y vuelta viajando de noche para que saliera lo más barato. “McGregor me pegaría menos palizas”, pensé. FlixTrain directamente ni había. Se lo comenté a Lea y me sugirió una opción alternativa que no había tenido en cuenta: BlaBlaCar. Madre mía qué descubrimiento. Me abrió una ventana de luz y tomé esa escalera que subía hacia el cielo sin pensármelo. Miré un trayecto para el viernes 7 de octubre des de Leipzig a Stuttgart. Me salieron muchas opciones a escoger. Escogí a un tal Daniel que me recogía en el centro de Leipzig y me dejaba cerca de casa de Lea. Me costó 23€ y en 5 horas y 30 min estaba ahí. Lo pillé a las 15h y a las 20:30h estaba en Stuttgart. Perfecto chavales, menudo cambio. Ahora sí.

Llegué a la estación central y Lea me vino a recoger. Conocí a su compañero de piso que me recordó muchísimo a Cecilio G. Un máquina. Estuve hablando con él y me invitó a un chupito de Tequila. Nos fuimos a dormir pronto. El día fuerte era el sábado. Cuando me desperté, lo primero que hice es acordarme de que no había pillado trayecto de vuelta y me fui al BlaBlaCar de cabeza. Por suerte, había un hombre que salía a las 12h el domingo des del centro y me dejaba cerca de Leipzig sobre las 17:30h. 28€ me costó, de una. Que Dios bendiga a quien inventó BlaBlaCar. Me levanté, me duché y me puse un outfit que se parecía al típico que se ponen los alemanes en la Oktobertfest, ya que todos iban a ir así. Como la última vez, Lea me vio directamente con el outfit puesto y me dijo que estaba muy guapo. Olé que ole los caracole. 

El miedo de que me echaran para atrás en la entrada no existía ya que no iba al Kitkat. Por cierto, quería haceros un inciso ya que esta vez sí que me puse calzoncillos en la mochila pero Lea no llevaba el tanga de cuero. Lo bueno es que si me quitaba los jeans, que eran justo los mismos que llevaba, al menos no me quedaría completamente en bolas. Nada, de todas formas, eso no iba a suceder pero me hacía gracia exponeros esa hipotética situación/escenario fictício.
 

Hablemos del lugar. Para empezar, es la feria más grande en la que he estado nunca. Había de todo y más, parecía un parque de atracciones directamente. Las había de todo tipo, hasta una Noria gigante y un Péndulo. No se puede comparar con la que hacen en verano en mi pueblo. La verdad que no me subí a ninguna de las atracciones ni falta que me hizo. Lo importante era la carpa y darlo todo ahí. La mesa estaba reservada a las 16:30 pm. Recogimos a sus amigos en la estación principal de Stuttgart sobre las 13:30h. Luego, fuimos al supermercado y compramos dos de ron. Ron Bacardi y Ron Brugal de mi parte. Sí amigos, era la primera vez en lo que llevo en Alemania que vi Ron Brugal y encima del bueno, Añejo. Ante eso, ¿qué voy a hacer? Pues comprarla, lógicamente. Luego dicen que la culpa la tengo yo de beber, son las mujeres que me empujan al pecado, aixx Stuttgart… suerte que tú estás a tomar por culo. Luego fuimos a comer un kebab y a hacer la pre (o vorglühen, como dicen ellos) a casa de Lea. Esas 3 horas previas a la reserva nos las pasamos hablando, cantando, de risas y bebiendo. Cómo no. La verdad que me cayeron todos de putísima madre, encima todo el rato hablando en alemán. Orgullosísimo de mí progreso, del otro no tanto.

Llegamos a la carpa y tengo que decir que era espectacularmente chula. Súper bien decorada y ambientada, muy Oktobertfest alemana auténtica. La gente vestida con los trajes típicos (Tracht), había gente que no, incluido yo aunque no desentonaba gracias a la camisa.
 

16:35h. Encontramos la mesa. 16:36h. Nos subimos todos en los bancos. 16:37h Pedimos 9 cervezas de Litro. 16:38h Nos las trajo un camarero las nueve a la vez. Yo estaba flipando cómo cojones las podía agarrar todas a la vez. 16:39h A beber como condenados.
 

A partir de ahí no es que tenga lagunas, sino tengo pantanos. Lo siguiente que recuerdo es mear, saltar, cantar borrachísimo y mear. Terminé no se ni a qué hora en un bar clandestino jugando a las cartas con una Rusa que intentaba explicarme las normas mientras me bebía un Moscow Mule. Lo último que recuerdo fue buscar un Kebab con el 3% de batería restante, ponerlo en modo avión para ahorrar batería pero volver a desactivarlo al cabo de diez segundos porque no conseguía memorizar la ruta; que Lea me enviara la dirección de casa para al final conseguir llegar y caer redondo. 

Al día siguiente, tenía una de las mayores resacas de la historia. Me levanté a las 11:30h porque me llamó un número desconocido. Era el del BlaBlaCar diciéndome que no quedábamos en el centro sino a un pueblo al lado de Stuttgart. Miré cómo ir y estaba a 45 minutos en tren. De locos, bro. Le volví a llamar informándole de la situación y me dijo que me esperaba sin problema. Me acicalé rápido, me di un par de hostias para espabilar, me despedí de Lea y quedé con el del BlaBlaCar. Llegué un pelín tarde. Realmente no sé ni cómo cojones conseguí llegar a ese pueblo dejado de la mano de Dios, pero llegué. Me esperaba una furgoneta con el del BlaBlaCar y tres personas más. Saludé y acto seguido cerré sesión. Me dormí de una hasta la primera parada. Si no hubiese hecho eso, le hubiera potado en la furgoneta, des de luego. Después de la primera parada, y habiendo bebido (agua) y comido algo, empecé a hablar con las personas que había en la furgoneta un buen rato. Me cayeron genial, eran de puta madre. Una mujer de Múnich, otra chica de Berlín y dos hombres de Stuttgart. Lo guay de ir en BlaBlaCar es que conoces gente. Os lo recomiendo si viajáis solos y ebrios. A veces te puede tocar gente que no habla, como en el caso de la ida. Pero en la vuelta me sentí como si viajara con amigos. Me encantaban las vibras que me transmitieron y la atmosfera de colegueo que se creó. Luego me volví a dormir. Me despertó la mujer avisándome de que estábamos llegando a Schkeuditz, mi parada, y seguimos charlando un ratillo más. De hecho, tengo el teléfono de la chica de Berlín ya que quería aprender español y yo seguir con el alemán. A parte era muy guapa. Desde luego le diré algo cuando vaya. ¡Oh mierda, otra vez tengo que ir a Berlín!. Pf, bah, qué más da ya. De perdidos al río. No tengo remedio. 

“Bueno para concluir, queridos compañeros alcohólicos, una vez he reflexionado con más claridad, he terminado decidiendo que desde luego no repetiré. Me he dicho a mí mismo que al Wasen nunca más. Porque como dije al principio, estoy progresando así que el año que viene mejor iré a la Oktobertfest de Múnich. (APLAUSOS).” 

Moraleja: Un día es un día. 

PD: No soy un alcohólico. 

Un saludo precios@s y cuidaros XD.

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